
Tu trabajo siempre juega entre el color y la silueta. ¿Qué te interesa más: lo que se ve o lo que se intuye?
Desde luego me interesa más eso que se intuye, lo sutil. Lo visible es solo la superficie, y me interesa más aquello que late por debajo: una emoción contenida, una ausencia, la atmósfera o una pregunta sin respuesta. Trabajo con la psicología del color porque nos da pistas sin ser evidente y con la silueta como un contorno que delimita pero también sugiere. Creo que a veces lo más potente está en lo que no se muestra.
Has colaborado con marcas de todo el mundo. ¿Qué crees que puede aportar un artista a la construcción de una marca con alma?
Un artista puede aportar mirada. Y no me refiero solo a una estética, sino a una forma de ver el mundo, de contar historias, de crear vínculos. Para mí las marcas con alma son las que conectan desde lo genuino. Cuando hay un cruce honesto entre el universo de la marca y el del artista, se genera una alquimia muy especial y para mí eso es lo más valioso: poder emocionar.
En tu universo hay música, cine, fotografía, pintura… ¿Qué papel juega la cultura en tu proceso creativo diario?
La cultura para mí es como el oxígeno. Todo lo que me nutre está ahí. Siento que la fuerza de la cultura es que nos recuerda que no estamos solos, es precioso poder poner en palabras, sonidos o imágenes aquello que uno siente y no sabe nombrar o transmitir y sobre todo, ver que hay otro al que le ocurre lo mismo que a ti. La cultura nos ayuda a conectarnos con el mundo y a comprendernos a nosotros mismos.
El arte también es un refugio. ¿Cómo te cuidas cuando la creatividad se agota?
He aprendido a no forzar. Cuando la creatividad se agota, lo mejor que puedo hacer es dejar de hacer y salir a caminar o cocinar o leer o simplemente volver al cuerpo. También intento rodearme de personas a las que quiero y que no me exigen ser brillante todo el tiempo. Permitirme parar y vaciarme es parte del proceso.



Vivimos rodeados de imágenes todo el día. ¿Cómo crees que afecta eso a nuestra manera de ver el mundo?
Siento que estamos hiperestimulados. Y paradójicamente, cuanto más vemos, menos miramos. A veces siento que hay que volver a aprender a mirar con lentitud, a observar de verdad. Vivimos en una época de scroll constante, donde todo es fugaz, pero creo que el arte, precisamente, nos propone lo contrario, parar, sentir, conectarnos, para volver a lo esencial.
¿Por qué un Substack y por qué ahora?
Primero porque llevaba tiempo queriendo volver a escribir y poder compartir desde este campo. Escribir me ordena y me ayuda a mirar hacia dentro. Me ayuda a reflexionar, es como tener una conversación con una misma. Por otro lado porque necesitaba un espacio sin algoritmo. Un lugar donde poder escribir desde la calma, sin la presión de los likes ni la inmediatez de las redes. Substack es para mí una especie de diario compartido, donde puedo desarrollar ideas con más profundidad, abrir temas que me remueven y generar conversación con quienes realmente quieren estar ahí.
¿Qué es para ti una marca valiosa y qué cualidades debe tener?
Una marca valiosa es la que mira más hacia dentro que hacia fuera, pero también se permite evolucionar. La que no tiene miedo de mostrarse vulnerable, de contar su historia con matices. Me atraen las marcas que no solo buscan vender, sino construir algo más grande: comunidad, belleza, significado. Las que entienden que el valor no está solo en el producto, sino en la experiencia y el relato que lo envuelve.
